domingo, 16 de noviembre de 2008

El arbol de la vida...






Existen personas en nuestras vidas que nos hacen felices por el simple hecho de haberse cruzado en ellas. Algunas recorren un largo camino a nuestro lado viendo muchas lunas pasar, sin embargo, otras apenas vemos entre un paso y otro. A todas ellas llamamos amigos y hay muchas clases de amigos. Tal vez cada hoja de un árbol caracteriza a uno de nuestros amigos: Las primeras hojas que nacen del brote son nuestro amigo papá y nuestra amiga mamá, quienes nos muestran lo que es la vida. Después vienen los amigos hermanos, con quien dividimos nuestro espacio para que puedan florecer como nosotros. Pasamos a conocer a toda la familia de hojas a quienes respetamos y deseamos bien. Mas el destino nos presenta a otros amigos, los cuales no sabíamos que irían a cruzarse en nuestro camino. A muchos de ellos los denominamos amigos del alma, de corazón, son sinceros, son verdaderos. Saben cuando no estamos bien, saben lo que nos hacen ser felices. A veces uno de esos amigos del alma estalla en nuestro corazón y entonces es llamado amigo enamorado. Ese da brillo a nuestros ojos, música a nuestros labios, saltos en nuestros pies. Mas también aquellos amigos por un tiempo, tal vez unas vacaciones o unos días o unas horas. Ellos acostumbran a colocar muchas sonrisas en nuestro rostro durante el tiempo que estamos cerca. Hablando de cerca, no podemos olvidar a amigos distantes, aquellos que están en la punta de las ramas y que cuando el viento sopla siempre aparecen cerca entre una hoja y otra. El tiempo pasa, el verano se va el otoño se aproxima y perdemos algunas de nuestras hojas, algunas nacen en otro verano y permanecen por muchas estaciones. Pero lo que nos deja más felices es que las que cayeron continúa cerca, alimentando nuestra raíz con alegría; son recuerdos de momentos maravillosos de cuando se cruzaron en nuestro camino. Te deseo, hoja de mi árbol, paz, amor, salud, suerte y prosperidad, hoy y siempre... Simplemente porque cada persona que pasa y nos toca es única, siempre deja un poco de sí misma y se lleva un poco de nosotros. Habrá las que se llevarán mucho, pero no habrá de los que no nos dejarán nada. Esto es una responsabilidad en nuestra vida y la prueba evidente de que dos almas no se encuentran por casualidad.




El Tren de la Vida.










La vida no es más que un viaje por tren: repleto de embarques y desembarques, salpicado de accidentes, sorpresas agradables en algunos embarques, y profundas tristezas en otros. Al nacer, nos subimos al tren y nos encontramos con algunas personas las cuales creemos que siempre estarán con nosotros en este viaje: nuestros padres. Lamentablemente la verdad es otra. Ellos se bajarán en alguna estación dejándonos huérfanos de su cariño, amistad y su compañía irreemplazable. No obstante, esto no impide a que se suban otras personas que nos serán muy especiales. Llegan nuestros hermanos, nuestros amigos y nuestros maravillosos amores. De las personas que toman este tren, habrá los que lo hagan como un simple paseo, otros que encontrarán solamente tristeza en el viaje, y habrá otros que circulando por el tren, estarán siempre listos en ayudar a quien lo necesite. Muchos al bajar, dejan una añoranza permanente; otros pasan tan desapercibidos que ni siquiera nos damos cuenta que desocuparon el asiento. Es curioso constatar que algunos pasajeros, quienes nos son tan queridos se acomodan en vagones distintos al nuestro. Por lo tanto, se nos obliga hacer el trayecto separados de ellos. Desde luego, no se nos impide que durante el viaje, recorramos con dificultad nuestro vagón y lleguemos a ellos, pero lamentablemente, ya no podremos sentarnos a su lado pues habrá otra persona ocupando el asiento. No importa, el viaje se hace de este modo; lleno de desafíos, sueños, fantasías, esperas y despedidas... pero jamás regresos. Entonces, hagamos este viaje de la mejor manera posible. Tratemos de relacionarnos bien con todos los pasajeros, buscando en cada uno, lo que tengan de mejor. Recordemos siempre que en algún momento del trayecto, ellos podrán titubear y probablemente precisaremos entenderlos ya que nosotros también muchas veces titubearemos, y habrá alguien que nos comprenda. El gran misterio, al fin, es que no sabremos jamás en qué estación bajaremos, mucho menos donde bajarán nuestros compañeros, ni siquiera el que está sentado en el asiento de al lado. Me quedo pensando si cuando baje del tren, sentiré nostalgia. Creo que sí. Separarme de algunos amigos de los que me hice en el viaje será dolorido. Dejar a que mis hijos sigan solitos, será muy triste. Pero me afierro a la esperanza de que, en algún momento, llegaré a la estación principal y tendré la gran emoción de verlos llegar con un equipaje que no tenían cuando embarcaron. Lo que me hará feliz, será pensar que colaboré con que el equipaje creciera y se hiciera valiosa. Hagamos con que nuestra estadía en este tren sea tranquila, que haya valido la pena. Hagamos tanto, para que cuando llegue el momento de desembarcar, nuestro asiento vacío, deje añoranza y lindos recuerdos a los que en el viaje permanezcan.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Aprendí...










Aprendí a mirar las estrellas, alumbrando los sueños con ellas. A mirar los colores del viento y a sentir el sabor del silencio.


Aprendí a mirar las estrellas,alumbrando los sueños con ellas.A mirar los colores del viento y a sentir el sabor del silencio.Aprendí a encender ilusiones y a escuchar hablar los corazones, con palabras calladas, con matices de mil sensaciones.


Cuando un día, el dolor tomó mi mano, conocí de frente a la tristeza. La pena y el llanto se marcharon, al sentir el amor y su grandeza.


La soledad, querida compañera, la que con tanto miedo rechazaba, me mostró la paz y la armonía de los momentos que con ella estaba.


Comprendí, el sentido de la vida,viviendo el amor y la desdicha, sintiendo la alegría y la tristeza, conociendo lo breve de la vida.


Aprendí el valor de la paciencia, a calmar los vientos de mi ira, a llenar con mares de esperanza las zonas más oscuras de mi vida.


Es así, que aprendí a vivir.


Por todo ello… aprende a vivir sin espinas.


¡No empieces el día de hoy, con las espinas de ayer!


El día de ayer y todos los días y años anteriores han pasado ya,están enterrados en el Tiempo.


Y no puedes cambiar ya nada en ellos.


¿Te han quedado espinas?¡No las traigas arrastrando!


Porque seguirán pinchándote cada día hasta no dejarte vivir.


Hay heridas de espinas que puedes curarsi sabes perdonar de veras.


Pero hay heridas que no podrás curar con todo el amor de este mundo.


¡Pues, olvídate de que existen!


¡Quita el cristal de aumento, que pones encima de tus desdichas!


Muévete, grita, llora, respira profundo y trata de ser feliz!


De cada espina que hemos tenido a lo largo de nuestras vidas, hemos podido tener la capacidad, de tener experiencia, y luego mas adelante poder tomar mejores disiciones…

domingo, 2 de noviembre de 2008


Los hijos se van...



Hay que aceptarlos con esa condición, hay que criarlos con esa idea, hay que asumir esa realidad.


No es que se van… es que la vida se los lleva.


Ya no eres su centro.


Ya no eres propietario, eres consejero.


No diriges, aceptas. No mandas, acompañas.


No proyectas, respetas.


Ya necesitan otro amor, otro nido y otras perspectivas.


Ya les crecieron alas y quieren volar.


Ya les crecieron las raíces y maduraron por dentro.


Ya les pasó las borrascas de la adolescencia y tomaron el timón.


Ya miraron de frente la vida y sintieron el llamado, para vivirla por su cuenta.
Ya saben que son capaces de las mayores aventuras, y de la más completa realización. Ya buscarán un amor, que los respete, que quiera compartir sin temores ni angustias las altas y las bajas en el camino que les endulce el recorrido y los ayude en el fin que quieren conseguir.

Y si esa primera experiencia fue equivocada, tendrán la sabiduría y las fuerzas para soltarlas, así, otro amor les llegará para compartir sus vidas en armonía.


Ya no les caben las raíces en tu maceta, ni les basta tu abono para nutrirse, ni tu agua para saciarse, ni tu protección para vivir. Quieren crecer en otra dimensión, desarrollar su personalidad, enfrentar el viento de la vida, al sombro del amor y al rendimiento de sus facultades.


Tienen un camino y quieren explorarlo, lo importante es que sepan desandarlo, tienen alas y quieren abrirlas. Lo importante es el corazón sensible, la libertad asumida y la pasión a flor de piel.


Que la rienda sea con responsabilidad, y la formación, llena de luz.


Tú quedas adentro. En el cimiento de su edificio, en la raíz de su árbol, en la corteza de su estructura, en lo profundo de su corazón. Tu quedas atrás.

En la estela luminosa que deja el barco al partir.


En el beso que les mandas.
En el pañuelo que los despide.


En la oración que los sigue.

¡En la lágrima que los acompaña!


Tú quedas siempre en su interior aunque cambies de lugar...



Cuando me amé de verdad...



















...Comprendí que en cualquier circunstancia yo estaba en el lugar correcto, en la hora exacta, en el momento exacto, entonces, me relajé...

Hoy sé que eso tiene nombre… AUTOESTIMA

Cuando me amé de verdad… Me di cuenta que mi angustia y sufrimientos emocionales no pasan de ser una señal de que voy en contra de mis verdades...

Hoy sé que eso es … AUTENTICIDAD



Todo eso es … SABER VIVIR

Cuando me amé de verdad… Dejé de desear que mi vida fuese distinta y comencé a ver que todo lo que sucede contribuye a mi crecimiento…

Hoy a eso le llamo … MADUREZ

Cuando me amé de verdad… Comencé a entender cómo es ofensivo forzar alguna situación o a alguien sólo para realizar mis deseos…

Hoy sé que el nombre a esto es … RESPETO

Cuando me amé de verdad… Comencé a despojarme de todo lo que no fuera saludable … personas, tareas y cualquier cosa que me desanimara. En principio, mi razón me llamó la atención acerca de esa actitud de egoísmo…

Hoy sé que se llama … AMOR PROPIO

Cuando me amé de verdad… Dejé de temerle a mi tiempo libre y de hacer grandes planes. Abandoné proyectar a muy largo plazo. Hoy hago lo que considero correcto, lo que me gusta, cuando quiero y a mi propio ritmo…

Hoy sé que eso es … SIMPLICIDAD

Cuando me amé de verdad… Desistí de querer tener siempre la razón y con eso cometí menos errores…

Hoy descubrí la … HUMILDAD

Cuando me amé de verdad… Dejé de revivir el pasado y de preocuparme por el futuro. Ahora, me mantengo en el presente, que es donde la vida realmente ocurre…
Hoy vivo, un día a la vez …

Eso es … PLENITUD

Cuando me amé de verdad… Entendí que mi mente puede perturbarme y decepcionarme. Pero cuando la coloco al servicio del corazón, se torna una enorme y valiosa aliada…


Todo eso es..... saber vivir

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